importancioso

El hombre era nómada antes que agricultor. Siendo agricultor sabía que había algo detrás de esas montañas. Y se hizo viajero. Y conoció mundo. Y volvió a casa y lo celebraron con cerveza. Y les contó su viaje. Pero un imbécil en la tribu no le creía, e inventó la cámara fotográfica. Este blog está relacionado con el cuento: viajes, comer, beber, emprender, relatos, surf y fotografía. Porque ¿de que te sirve viajar al lugar más bonito del mundo si no tienes una foto para callar la boca a ese imbécil?


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Surfista nº 19 | Gari Yosh | South Africa

See english version below.

Esta foto es mi mejor foto de surf que tengo, aunque no se vea ni una ola. Estamos dos surfistas hablando sobre … quien sabe? Pero represanta la vida del surf a principios de los 80s. Una foto que nos hizo Juan Vicinay, con el que fui a Tenerife, con su cámara Nikon y, probablemente, un carrete Kodakchrome con ISO 200. El surfista sudafricano estaba arreglando su tabla y y yo charlaba con él sentado en una piedra.

Probablemente en esos momentos William Finnegan (Premio Pulitzer 2016 con Los años salvajes) estaba viajando por Fiji, Australia o Madeira, buscando olas también.

En esta foto, que la he visto continuamente durante más de 40 años, veo a un surfista sudafricano joven, él tenía 22 años, fuerte y maduro. La imagen refleja serenidad en los dos. No sabíamos que Juan nos estaba haciendo esta foto. Lo de maduro no se si es lo que yo he visto en la foto todos estos años o el recuerdo que tengo de esas semanas que fuimos vecinos. No recuerdo bien aquellas semanas pero si recuerdo que eran una pareja encantadora. Y que era gente buena, seria y tranquila.

Durante estos 40 años siempre he pensado que sería bonito que el tuviera también esta foto. Y he publicado la foto en diferentes ocasiones en mis blogs y en redes sociales. Me encanta esta foto. Esta es la historia de la foto.

En Octubre de 1981 fui a un Campeonato de España de Surf a Playa de Las Américas, en el Sur de Tenerife.

Juan Vicinay y yo fuimos en coche a Cádiz y desde allí en barco a Tenerife. En el barco coincidimos con una pareja, el alemán y ella noruega, y les llevamos en el coche al sur de Tenerife, acampamos cerca de ellos.

Acampamos al borde el mar, entre el Hotel Europe y Los Cristianos. No estaba urbanizado, había algunos viejos chalets que daban a las rocas, al mar. Es lo que ahora se llama la milla de oro y está lleno de centros comerciales y las rocas en los que fregábamos los platos y las sartenes ahora es una estupenda playa artificial protegida de las olas. Esas olas en las que surfeábamos. Ibamos a ducharnos a las duchas de la playita privada del hotel Europe, a las 7 de la mañana.

Allí, en ese campamento coincidimos con una pareja realmente maja. El era sudafricano y ella sueca, muy jovencita, muy tímida y muy guapa.

Yo tenía 23 años, había estado cuatro meses en Londres, cuatro meses muy interesantes fregando platos, limpiando apartamentos en Chelsea Cloisters y aprendiendo inglés … e italiano. También estuve un par de meses trabajando en México, pasando unos días en Puerto Escondido, y estaba preparado para ir a Barcelona al año siguiente a estudiar un MBA de dos años.

Tenía pendiente hacer la mili o librarme de ella, que lo conseguí.

Así que en ese tiempo muerto, me quedaban unas asignaturas para terminar mis estudios, ese «año sabático» pase unas semanas en ese campamento de Tenerife.

Eramos vecinos de esa estupenda pareja. El era surfista y habían recorrido Europa en autostop. Tenían una tienda reforzada con una cabaña hecha a base de hojas de palmera y con refuerzos de rocas.

Creo que el había estado bastante tiempo en la guerra, no se como ni donde. Al cabo de unas 6-8 semanas me quedé sin dinero y volví con Pedro Beraza a Madrid y, de allí, el a Santander y yo a Zarautz. Y no volví a saber nada del surfista sudafricano y de la chica sueca. Ni siquiera recordaba cómo se llamaban. Pero la foto la veía regularmente.

El 5 de marzo publiqué la foto en un grupo de Facebook de surfistas, de todo el mundo, de más de 60 años, «Surfers that still surf over 60». En el post indicaba que en la foto estaba con «un surfista sudafricano». La foto gustó mucho y a los dos días Mikey Meyer escribió:

«The SA fella is Gary Yosh of Jeffreys Bay. I think he relocated to JBay after Canary Islands..Very nice bloke and have known Gary since about 1982…He had a great eye for down the line surfing at Supertubes,vJBay

7 días más tarde el administrador del grupo de Facebook pausó el grupo, no se porque, con un lacónico mensaje: «Sorry I have to pause this group. Go chat somewhere else!» Pero ya Mikey nos había puesto en contacto a Gari y Cristal conmigo, y ya tenían la foto que les gustó mucho. Cristal no aparece en la foto pero probablemente estaría a pocos metros de distancia.

Después de Tenerife fueron a Lanzarote, donde cogieron olas solos,, con otros surfista australiano. De allí fueron a Marruecos y después a Jeffreys Bay, la mejor ola de Sudáfrica, donde tuvieron un Hostel, Cristal Cove, a 5 minutos de Supertubes.

En Jeffreys Bay Miki Dora fue vecino y amigo de la familia Yosh, de hecho en el libro «Todo por un puñado de olas perfectas: Miki Dora el enfant terrible del surf» tanto Gari como Cristal aparecen contando aspectos de como era y cómo vivía Miki Dora. 

La verdad es que estoy muy feliz de haberles contactado y que tengan la foto. La vida te da sorpresas.

English version

This photo is my best surf photo I have, even though not a wave is visible. We are two surfers talking about… who knows? But it represents surf life in the early 80s. A photo that Juan Vicinay took of us, with whom I went to Tenerife, with his Nikon camera and, probably, a Kodakchrome film with ISO 200. The South African surfer was fixing his board and I was chatting with him sitting on a rock.

Probably at that time William Finnegan (2016 Pulitzer Prize winner with The Wild Years) was traveling through Fiji, Australia or Madeira, looking for waves too.

In this photo, which I have seen continuously for over 40 years, I see a young South African surfer, he was 22 years old, strong and mature. The image reflects serenity in both. We did not know that Juan was taking this photo of us. I don’t know if maturity is what I’ve seen in the photo all these years or the memory I have of those weeks we were neighbors. I don’t remember those weeks well but I do remember that they were a lovely couple. And that they were good, serious and calm people.

During these 40 years I have always thought that it would be nice if he also had this photo. And I have published the photo on different occasions on my blogs and on social networks. I love this photo. This is the story of the photo.

In October 1981 I went to a Spanish Surfing Championship in Playa de Las Américas, in the south of Tenerife.

Juan Vicinay and I went by car to Cadiz and from there by boat to Tenerife. On the boat we met a couple, he was German and she Norwegian, and we went to the south of Tenerife.

We camped by the sea, between the Hotel Europe and Los Cristianos. It was not urbanized, there were some old chalets that overlooked the rocks, the sea. It is what is now called the golden mile and is full of shopping centers and the rocks on which we washed the dishes and pans are now a wonderful artificial beach protected from the waves. Those waves we used to surf.

There, in that camp, we met a really nice couple. He was South African and she was Swedish, very young, very shy and very pretty, around 18.

I was 23 years old, I had spent four months in London, four very interesting months washing dishes, cleaning apartments in Chelsea Cloisters and learning English… and Italian. I also spent a couple of months working in Mexico, spending a few days in Puerto Escondido, and was ready to go to Barcelona the following year to study for a two-year MBA.

I had to do the military or get rid of it, which I got.

So in that dead time, I had a few subjects left to finish my studies, that «sabbatical year» I spent a few weeks in that camp in Tenerife.

We were neighbors of that wonderful couple. He was a surfer and they had hitchhiked across Europe. They had a tent reinforced with a hut made of palm fronds and reinforced with rocks.

I think he had been in the war for a long time, I don’t know how or where. After about 6-8 weeks I ran out of money and returned with Pedro Beraza to Madrid and, from there, he to Santander and I to Zarautz. And I never heard from the South African surfer and the Swedish girl. I didn’t even remember their names. But I looked at the photo regularly.

On March 5, I posted the photo to a Facebook group of surfers, from all over the world,» over 60, «Surfers that still surf over 60». In the post, I indicated that in the photo I was with «a South African surfer.» The photo was liked and two days later Mikey Meyer wrote:

«The SA fella is Gary Yosh of Jeffreys Bay..I think he relocated to JBay after Canary Islands..Very nice bloke and have known Gary since about 1982…He had a great eye for down the line surfing at Supertubes,JBay

7 days later the administrator of the Facebook group paused the group, I don’t know why, with a laconic message: «Sorry I have to pause this group. Go chat somewhere else!» But Mikey had already put in contact Gari and Cristal with me, and they already had the photo that they liked a lot. Cristal does not appear in the photo but she would probably be a few meters away.

After Tenerife they went to Lanzarote, where they caught waves alone, with other Australian surfer. From there they went to Morocco and then to Jeffreys Bay, the best wave in South Africa, where they had a Hostel, Cristal Cove, 5 minutes from Supertubes.

In Jeffreys Bay Miki Dora was a neighbor and friend of the Yosh family, in fact in the book «All for a Few Perfect Waves: The Audacious Life and Legend of Rebel Surfer Miki Dora» both, Gari and Cristal, appear telling aspects of what Miki was like and how he lived there during those years.

The truth is that I am very happy to have contacted them and that they have the photo. Life gives you surprises.


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Mi viaje en autostop a Roma en 1970

Corría el verano de 1970 y mi hermano Daniel, el mayor de 8 hermanos, planteó en casa que quién le quería acompañar a Roma en autostop desde Zarauz, Guipúzcoa.

Yo era el quinto de los hermanos, tenía otros tres con prioridad en el medio: lo tenía un poco crudo. Pero los ojos, mis ojos, salían de sus órbitas y el cosquilleo interior era insoportable.

Todo comenzó un año antes. Mi hermano Daniel estudiaba en Pamplona y decidió irse en verano a Londres a aprender inglés. Nos escribió una carta (en esas fechas no había internet, no había móviles y las tarjetas de crédito eran para unos pocos) contándonos su viaje en avión de Bilbao a Londres. Al lado iban unas chicas con unas faldas tan cortas que cuando se levantaban para coger su bolsa del rack una le sujetaba a la otra el bajo de la falda para que no se le viera nada.

Daniel volvió de Londres en autostop por Bélgica y Francia. Entre otros le paró una artista, y su troupe, que hacían performances en las que el se enterraba en un ataúd a varios metros de profundidad con un conducto para respirar. No comment!

Cruzó toda Francia y en alguna ciudad, mientras comía un bocadillo de foigras en la escalera de una iglesia, una anciana le dio un franco francés de limosna.

Allí debió cogerle gusto al autostop, a viajar y a la aventura. Y no se le ocurrió otra cosa que el año siguiente que ir a Roma en Autostop.

El tenía 19 años, … yo tenía 12 y vestía con pantalón corto. Lo tenía crudo.

Yo creo que ni siquiera sabíamos que había 1.800 kms.

Pero a mi la oportunidad de ver el mundo con 12 años me parecía fascinante. El único problema es si Pedro, Ignacio o Javier, los hermanos que se interponían, querrían ir con Daniel o no.

Creo que ni siquiera pensé en que mis padres me pudieran dejar ir o no. Cualquier persona con sentido común sabría que no me dejarían.

Pero con 12 años no debía tener sentido común.

Pedro había estado ya en Roma y la idea de volver, y en autostop, no le traía nada.

Ignacio siempre ha sido el relaciones públicas de la familia y el verano en Zarautz siempre ha sido la mejor época del año. Un viaje a Roma no le iba a alejar de tomar unos vinos durante todo el verano en el pueblo.

Javier tenía una novia estupenda en San Sebastián y lo del autostop no le traía lo suficiente.

Sinceramente no recuerdo que ocurrió y cómo a mis padres, debían de estar bajos de defensas, nos autorizaron a ir a los dos, 19 y 12 años, en autostop a Roma.

Lo cierto es que un día, con el pollo asado que nos preparó mi madre en la mochila, salimos hacia Tarbes con mi amigo Pablo y sus padres: le llevaban a una colonia en Francia.

Los Eizaguirre nos dejaron en un cruce de caminos cerca de Tarbes y comenzamos la aventura. Ese día nos pararon varios coches. Uno de ellos un cura, en un Dyane, que iba a Lourdes.

Llegamos a Toulouse. Comimos el pollo en un parque al borde del rio, cerca de un gran puente. A Daniel no le resultó un lugar seguro para dormir y fuimos con nuestras mochilas y sacos de dormir a un descampado más tranquilo.

Esa noche dormí boca arriba en mi saco mirando las estrellas. Era el universo que tenía por delante, toda la vida que tenía por delante, infinita.

Daniel dormía a un metro de mi. Dormía de costado, mirando una rata grande que le miraba desde unos pocos metros de distancia. Le costó dormir. No me extraña.

Al día siguiente varios coches nos llevaron hacia el Este. Pero los recorridos eran cortos, tardaban en cogernos y Roma parecía estar cada día más lejos.

Daniel decidió volver a España.

El último que nos paró fue un camionero que nos dejó en Perpignan. Nos decía que debíamos poner en el cartel de cartón “Nous sommes espagnols” pues Perpigna había pertenecido a España.

Desde Perpignan cogimos un autobús a Lérida donde Daniel tenía un compañero de estudios que nos permitió dormir en la azotea de su casa.

Al día siguiente fuimos a la Costa Dorada donde mi tío Félix tenía un hotel y disfrutamos de unos días de “dolce vita”.

Volvimos en tren desde Sant Viçens de Calders hasta Donosti de noche. Asía acabó mi viaje a Roma, sin oir nada de italiano en todo el viaje.

La experiencia fue impresionante y me abrió el camino a la vida, al mundo, a los viajes.

Posteriormente he hecho mucho autostop, que me ayudó a abrirme, a vencer mi timidez.

Uno de los mejores viajes en autostop fue acompañado de una Gordon & Smith, mi tabla de surf de 2,17 metros.

Había oído de un surfista australiano que había recorrido todo el Cantábrico y el Atlántico de Portugal con su tabla. Y me dio mucha envidia.

Salí desde Bilbao, Daniel me dejó en la carretera, con la tabla envuelta en el saco de dormir, en la funda, y con un invento de gomas para engancharlo a coches sin bacas.

Me pararon varios coches y, a la altura de Solares, tres chicos y una chica me acogieron en su coche y fui con ellos por al misma ruta del surfista hasta Peniche, en Portugal. Visitamos cantidad de Iglesias góticas, románicas (eran estudiantes de letras).

En Peniche me quedé en el camping mientras ellos seguían hacia Lisboa. Yo esperé las olas pero no llegaron así que cogí un autobús a Lisboa y les esperé en la puerta del Camping de Lisboa hasta que , unas horas después, llegaron.

Después de unos días volví con ellos a Santoña y de allí a casa de Daniel, en Trapagarán. Daniel me dio 1.000 pesetas, con las que pasé una semana en Mundaka, antes de volver a Zarautz.

¡Muchas gracias por todo Daniel!

(Ultimamente he hecho algunos viajes en Bla Bla Car, tanto de conductor como de pasajero, es mucho más cómodo, pero menos emocionante!)

 

Toribio Zulaica Unamuno


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Biografía de Toribio Zulaica Unamuno

Toribio Zulaica Unamuno

Nació en Eibar el 16 de abril de 1872 y falleció en su pueblo natal el 4 de julio de 1936. Estudió Comercio y Lenguas en el Real Seminario de Vergara, a la sazón famoso colegio, en donde adquirió el título de Perito Mercantil. Representó a dicha entidad docente, regentada por los PP Dominicos, en un concurso que se celebró en San Sebastián entre los colegios de la región, en la disciplina de Matemáticas, obteniendo para Vergara un honroso segundo puesto. El primero fue para el brillante ingeniero y abogado, más tarde diputado y senador, Víctor Pradera, cuyo nombre aparece hoy en la nomenclatura de numerosas calles de España. Terminados sus estudios, fue menester encontrar plaza adecuada a su profesión. Construíanse en aquella época en los astilleros de Sestao, bajo la rectoría de Martínez Rivas, aquellos cruceros que sucumbieron con gloria, a las órdenes de Cervera, ante la aplastante superioridad de la marina americana, en defensa de los restos de nuestro imperio en ultramar. He aquí una anécdota interesante: acompañado de su padre Narciso, y con una carta de representación, se entrevistó con el director de los astilleros, quien lamentó no poderle atender, pues, dijo, tengo cubierta la plantilla añadiendo: Si fuera para delineación… Al salir de la factoría, mohínos y silenciosos, díjole Toribio a su padre: ¿Por qué no le ha dicho que también sé dibujar? A lo que su padre objetó: ¿Cómo iba a decírselo, tratándose de materia tan distinta? Como el gasto estaba hecho, volvieron a entrevistarse con el director quién, con gran sorpresa y seguramente por cumplir con el recomendante, aceptó a Toribio a prueba durante un mes, no más. Aquel hecho fue fundamental: marcó el rumbo de su vida, pues dio en el camino de su vocación.

Delineante de Talleres, en continuo contacto con los ingenieros navales ingleses, los demás pronto se percataron del gran delineante que tenían delante, destacando sus maravillosos croquis, a cuya justeza matemática daba realce el dominio del dibujo figurativo, en el que más tarde sería profesor. En el trato continuo con los técnicos, y dado que los planos eran ingleses, perfeccionó su inglés y llego a hablarlo correctamente. Naturalmente, allí quedo hasta que los cruceros fueron terminados. Cerrados los astilleros, fue la misma dirección la que le colocó en la Fábrica de Cañones de Placencia de las Armas.

Pero, antes de referirnos a otros acaeceres que dejaron muestras de su capacidad en la otra vertiente del dibujo, nos referiremos al dibujo figurativo. Hizo un retrato, a lápiz, a Martínez Rivas y, al presentárselo, le causó tal admiración que le obsequió con un premio en metálico, más una máquina fotográfica, que Toribio utilizó durante muchos años; algunas fotografías se conservan, con gran estima, por sus familiares. Y vamos a Placencia de las Armas; allí nació su segundo hijo, de los diez que tuvo. No se limitó a cumplir en la Fábrica con su obligación profesional; sino que, llama- do como estaba al Magisterio, publicó un tratado de Geometría descriptiva, proyecciones, penetraciones y desarrollos, con el que aleccionó a los placentinos estudiosos. Fue notable no sólo por el dibujo, sino también por el texto, escrito en letra llamada de molde, pero dibujada a mano, con asombrosa perfección y tal celeridad, que daba idea del dominio que poseía de la pluma y del lápiz. En algún rincón de cualquier casa de Placencia habrá algún tratado que mucho agradecerían sus hijos poder poseer.

Habíase establecido por entonces la Academia de Eibar, su pueblo natal. Era justo que él sintiera nostalgia de su pueblo, a quién tanto quiso, y, convocadas que fueron las oposiciones para la provisión de la plaza, allá se fue y, riñendo dura batalla con su bien preparado adversario, ganó la plaza y fue director de la Academia hasta su muerte. Ya le tenemos en Eibar, en su cátedra, ayudado por aquel importante industrial y mejor persona que se llamó Felipe Artamendi. Tres generaciones fueron adiestradas allí en las dos vertientes del dibujo: el matemático y el figurativo. Tres tan sólo se ejercitaban en el geométrico; todos los demás aprendían el dibujo que llamábamos de adorno. Y es que era el damasquinado que introdujera Plácido Zuloaga el que predominaba a la sazón en Eibar. Más tarde hablaremos de la transformación de Eibar y de la decadencia del damasquinado.

También funcionaba en Eibar la Academia de Artes y Oficios, sita en los altos del edificio que albergaba el Juzgado que, en tiempos, fue el ayuntamiento de la villa, en frente de la iglesia parroquial. Dirigía Toribio aquella Academia de ocho a diez de la noche, junta- mente con el buen pintor eibarrés Jacinto Olave. ¡Qué lástima que tan excelente pintor no prodigara sus obras, temeroso tal vez de las tremendas dificultades que un pintor ha de afrontar para su definitiva consagración! En mi recuerdo están el maravilloso retrato que hizo de Niceto Muguruza, muerto en plena juventud en accidente de motocicleta, y también hay un retrato de su amigo Toribio, en casa de su primogénito Daniel (hoy fallecido) y que ocupa el lugar de honor de la casa. En esa academia se impartía también el modelado artístico en cera, que luego se convertía en relieves en yeso. No terminaban ahí las actividades de Toribio: tenía tiempo para hacer los planos de las casas que los constructores de la época le encargaban y los dibujos para catálogos de pistolas y escopetas, con los maravillosos sombreados que, con el dominio del difumino, entonces se empleaban.

Siempre fueron los eibarreses ingeniosos y dados a la inventiva; ello le traía trabajo a Toribio, a quien encargaban la tramitación de patentes. Para ello, con el dibujo de conjunto se plasmaba el despiece en sus diversas vistas y se acompañaba de la memoria descriptiva, que la hacía con buena literatura, comprensible -dada la cultura general que poseía- y que pocos eibarreses en aquella época podían igualar. De su arte de dibujar, ahí esta patente, en el archivo del ayuntamiento, el antiguo plano general de la villa que, bajo la dirección y firma del arquitecto Cortazar, fue ejecución suya. Tuvo varias patentes suyas: las pistolas automáticas Royal, Regina y otros objetos que, en ocasiones, le dieron provecho. Corría el tiempo de la primera guerra europea y, como por dicha causa el comercio internacional dificultaba el suministro de instrumental de dibujo, se puso, acompañado de sus hijos, a fabricarlos, cosa que en España no se había hecho nunca. El éxito fue efímero y duró lo que la guerra. Los alemanes, derrotados y con una moneda sin valor, barrieron el mercado con precios envilecidos y hubo que cerrar; mas aquella experiencia no fue baldía. En la segunda guerra mundial, en circunstancias favorables, reemprendieron sus hijos, ya aleccionados, la aventura con positivos resultados y siguen en Zarauz, donde están avecindados, la normal marcha de su industria.

Volviendo unos años retrospectivamente, quiero referirme a aquella Exposición de productos de la industria eibarresa que se organizó en las Escuelas de la Alhóndiga siendo su director Toribio y que, si no me traiciona la memoria, fue allá por el año 1910. Quiso honrar su inauguración S.M.D. Alfonso XIII, a quién recibió y acompañó Toribio; después del almuerzo, al que concurrieron con las autoridades las que llamaremos fuerzas vivas de la villa, comentaba Toribio el buen apetito del monarca a la hora en que se trinchó el pollo. Para exactitud de la historia he de consignar que don Alfonso fue recibido cariñosamente y que las aclamaciones de los eibarreses apiñados en la calle de la Estación fueron correspondidas por don Alfonso con el sombrero en la mano y con su peculiar campechanía, mientras recorría a pie el trayecto de la Estación a la Alhóndiga. Fue una feliz idea que tuvo – como luego veremos- gran trascendencia: surgió de alguien (quizá de Julián Echeverría; esto no lo sé, pero lo intuyo) la idea de crear una Escuela, que se llamó -y se llama- de Armería. Apoyado por todo el pueblo, con su Ayuntamiento a la cabeza, se estableció provisionalmente en un edificio sito en el Frontón Viejo. Recuerdo que su director fue un militar, Carnicero, del Cuerpo de Artillería, y creo que comandante de graduación. Mas la definitiva se construyó donde actualmente está, nombrándose director a Julián Echeverría, de quien podía decirse “que había nacido para la mecánica”. Se convocaron oposiciones, que fueron concurridas y muy reñidas, ganándolas Pio Zulaica a quien, previamente, había preparado en la parte teórica su hermano mayor Toribio. Aunque el nombramiento fue interino, pronto se hizo efectivo, comprobada su gran competencia como maestro de ajuste. Pio fue el primer discípulo y recibió las últimas lecciones de su hermano Toribio; al jubilarse, le concedieron la Medalla del Trabajo e ingresó en la Orden de Alfonso X el Sabio. Algo bien merecido, pues fue un trabajador infatigable y muy capaz. Su hermano y profesor había ya fallecido. Fueron nombrados profesores, por su probada competencia, Toribio para Dibujo y Matemáticas y Eusebio Zuloaga -ingeniero de Minas-, todos bajo la capitanía de Julián Echeverría. Más tarde se incorporó otro gran maestro de ajuste -cuyo nombre siento mucho no recordar-; pero a quien, con todo respeto, diré que se le conoció por “Ondarru”, dada la costumbre eibarresa de apodar a la gente por su procedencia.

Y ésa creemos que fue la piedra angular que forjó la gran revolución industrial que ha hecho reventar a Eibar en su expansión, de forma que, rotas sus costuras, ha tenido que expandirse, por no caber en sus límites geográficos, harto menguados para su dinamismo. Creemos que a esos hombres debe Eibar su gratitud bien ganada. Dos de Mayo, Bidebarrieta, Estación, etc. nos traen añoranzas de nuestra niñez, de nuestra juventud; pero nosotros estamos con el pie en el estribo. ¿Qué dirán a las nuevas generaciones estos nombres? Y, ¿por qué no perpetuar estos eximios eibarreses en los nombres de sus calles, para que sus futuros recuerden cuánto influyeron en ellos aquellos ancestros, que fueron la iniciación de ese emporio de riqueza industrial de resonancias mundiales?

Otra característica muy acusada de Toribio fue su fervor religioso. Enfermo de enfermedad incurable -que él sabía por habérselo dicho su director espiritual Juan Ibarguchi, esperó sereno lo que inevitablemente había de ocurrir. Entre las innumerables visitas que recibió en su lecho de muerte, una de ellas del comandante de Artillería, Serichol, no sé que le diría Toribio que, a su salida, Serichol comentó: “A mi me admiran estos cristianos que, cuando van a morir, creen que van a cambiar de domicilio”. En el escaparate del comercio de muebles que, en la calle Ibarrecruz, poseía un ebanista, había un crucifijo tallado en madera que Toribio conocía y que, en su sensibilidad artística, lo consideraba bello. Días antes de su muerte, se levantó y, tambaleándose, casi moribundo, se llegó hasta allí entre el espanto de los transeúntes, a unos doscientos metros de su domicilio, y lo adquirió. Con aquel crucifijo apretándolo entre sus manos quiso morir: tal fue la profundidad de su fe. Los avatares de la vida llevaron a su tercer hijo a ubicarse en Vizcaya, en donde un día recibió una llamada comunicándole que su padre estaba grave. Acudió y, al acercarse a su lecho, Pio abrazó fuertemente a aquel hijo a quien tanto quiso, siendo éstas sus palabras: “ Tengo 62 años, per o cuando Jesús quiera estoy preparado” . Mis ojos se humedecieron con el recuerdo, pues aquel hijo era yo, el que estoy hilvanando, con absoluta exactitud, esta biografía. Hube de regresar a mi trabajo; mas, a los pocos días, recibí el aviso que ya esperaba y volví a mi Eibar para enterrar a mi padre. Asistieron los profesores y alumnos de la Escuela en comunidad, portando una corona monumental que los hijos agradecimos, aunque la rechazamos. Sabíamos que no quería coronas en su entierro. El quería -y creo que se la mereció- la Corona cuyas flores no se marchitan nunca.

(Biografía dictada por su hijo Lucio Zulaica Basurto a su hermana Felisa, que lo mecanografió)

Marketing (de consumo) en 1943

 

 

 


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Surfista nº 18 William Finnegan – Los años salvajes

Ayer termine de leer el libro Los años salvajes de William Finnegan, Premio Pulitzer 2016 de autobiografías. La primera mitad la leí en inglés, en el móvil. Al descubrir que me estaba perdiendo matices realmente importantes, decidí terminar la segunda mitad en español, en un libro de papel. (Ahora sigo releyendo, y disfrutando, la primera mitad en español).

Llevaba tiempo sin escribir ningún perfil de surfista en mi blog. Recientemente falleció Jack O’Neill, mi surfista nº 5. Y William Finnegan merece el esfuerzo de escribir esta entrada del blog.

Finnegan es 6 años mayor que yo, lo que cuenta lo viví yo pero en el Cantábrico. Los surfistas de los que habla, con los que surfeaba en Hawaii o en Australia eran mis ídolos. Las olas que cogía eran las que veíamos en Surfer Magazine, que nos traducía Javier Arteche en la playa de Zarautz.

El traductor, Eduardo Jordá, lo ha hecho bastante bien. Aunque los surfistas nunca hablamos de marejadas, y algún palabro raro que utiliza.

Me impresiona no sólo la vida que ha tenido Bill Finnegan y sus viajes, también me impresiona los matices, cómo explica las cosas, las situaciones que hemos vivido durante 50 años y que el sabe explicar tan bien.

Como describe las olas, las tablas, los paisajes, las sensaciones, … un verdadero lujo!

Los miedos, las sensaciones, las vivencias en el agua, las reglas, …

Ahora los surfistas del Cantábrico siguen hablando del tamaño de sus tablas con el sistema anglosajón: pies y pulgadas. Yo siempre he medido en metros: 1,80, 2,13 etc.

Los surfistas de ahora, y Finnegan, hablan del periodo entre olas, los segundos que pasan entre una ola y la siguiente al pasar por el mismo punto. Yo nunca lo hice.

Finnegan describe las relaciones con sus amigos, sus compañeros de viaje, compañeros de surf con un detalle envidiable y unas descripciones maravillosas.

Finnegan ha sido pionero en olas como Tavarua, o las de Madeira. Yo pude serlo en Roka Puta, en Itxaspe, en Karramarro pero no lo fui. Finnegan nos lleva a Fiji, Australia, Indonesia, Madeira, California, Hawaii …

Y el sigue cogiendo olas de 4 y 5 metros con 60 años y yo, con 58, paso miedo a partir del metro y medio. Sólo he estado con olas de 3 metros en unas pocas ocasiones en Mundaka, etc y pasando mucho miedo.

Sin duda es el mejor libro de surf que he leído nunca. Muy recomendable!

Playa de Las Américas, Tenerife, con un surfista sudáfricano.

Playa de Las Américas, Tenerife, con un surfista sudáfricano.

Mundaka, los años salvajes.

 

José Joaquín, Carlos y el autor en O Sitio, encima de Nazaré y cerca de North Canyon o Praia Norte. Foto: Marcos Villanueva

 

La «bomba» del día con David Bustamante

 

Alfonso Biescas. Con su tablón en Formentera.

 

Occy en Zarautz, los años salvajes.

 

Aritz, en una sesión épica en Roka Puta, Zumaia, ante cientos de espectadores en la carretera. Foto: Félix Zulaica.

El autor terminando la ola del mes! FOTO: OSKAR PAJARES

Y puedes conseguir la foto que siempre has deseado: a punto de ser tragado por el tubo y con Mundaka al fondo. La foto que ni siquiera habrías imaginado!

Adur Letamendia en Roka Puta, una fuerte impresión. «Calculo mal» cometó al ver la foto.

surf zarautz la tortuga


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Bajo las olas

surf zarautz la tortuga

DCIM100GOPRO

Remaba con mi tabla de surf hacia el horizonte.

Entre mi tabla y el horizonte venían 4 ó 5 olas sin reventar: estaba seguro que una de ellas, por lo menos, rompería encima de mi.

Remaba con fuerza.

A pesar de estar mojado por el agua del mar notaba esas gotas de sudor, saladas también, que se fundían con el agua del mar en mi rostro.

No eran muy grandes, menos de un par de metros, y sabía que el revolcón serían sólo unos segundos zarandeado por la fuerza de la ola.

Simplemente debía dejarme llevar y la tabla, arrastrada por la ola, tiraría de mi tobillo (al que estaba unida por el invento) y me sacaría a la superficie.

Pasé la segunda ola y al ver la tercera sabía que era ella, la que rompería frente a mi. No tenía motivos para seguir sudando. Todo era muy racional, unos segundos de revolcón, dejarme llevar, la tabla tiraría de mi y estaría en la superficie respirando de nuevo.

No tenía miedo a la ola, tenía miedo a esos segundos allí abajo en los que tendría que encontrarme conmigo mismo.


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Cinco horas en Mundaka

Era el día de Nochebuena de 2015. Necesitaba empaparme de viento sur, de salitre y de mar durante unas horas y, además me lo había ganado este año.

A última hora de la víspera vi que surfline marcaba entre 3 y 4 metros así que, a pesar de la pereza, decidí madrugar.

A las siete de la mañana ya estaba en marcha con la Nikon de Eduardo y, sorpresa!, el viaje fue mas corto ya que han abierto la variante de Bermeo con unos túneles espectaculares que te ahorran cruzar el centro.

Aparqué en el parking de la Atalaia y lo primero era subir, todavía de noche, arriba a ver que había en la barra.

Estas son horas de sombras, surferos con las capuchas puestas subiendo y bajando, pero había un par de metros y la marea todavía estaba bajando. Viento sur fuerte, pinta bien.

Era tan temprano que ni siquiera estaban abiertos los bares del puerto para tomar una café con leche.

Algunos se ponían el neopreno y otros miraban y valoraban: que si todavía bajando, que si esta desordenado, que si no esta muy bueno, que Mundaka regular es mejor que cualquier otro sitio, … pero todavía muy poca luz para fotos.

Craig Sage, Jon Garai, … llegan Aritz Aranburu e Indar Unanue (just in time), David Bustamante, Mikel Bilbao, Miky Picon, Edu Bartolomé … así que me animo a ir al muelle norte (mi sitio alternativo para hacer fotos desde otro ángulo) y plantar el trípode.

La verdad es que los surfistas bajan al agua como quieren, unos se tiran desde el morro sur, otros bajan las escaleras desde la Atalaia, otros por la rampa (Aritz) y los que aparcan al norte por las escaleras de las rocas.

Según termina de bajar empieza a ordenarse y Mundaka se cobra su precio: unas 5 tablas rotas.

Algunas series de cerca de los tres metros pillan a todo el mundo y hay mucha pelea para conseguir unas olas.

Sale del agua una chavalilla de unos 16 años, Valiente! que me recuerda la primera vez que entré en Mundaka con esa misma edad y con una tabla Santa Marina de 2 quillas, con un invento de cuerda de nylon (de las de tender la ropa) atada a una tobillera de futbolista.

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Era septiembre y los surfistas australianos remontaban la ola en el pico, a media altura se daban la vuelta, un par de remadas y a volar! Esto con olas de cerca de 3 metros, hacia 1975, impresionaba mucho a un adolescente que remaba a toda pastilla  hacia Izaro.

Este morro norte del puerto es un lugar en el que ves pasar los surfistas remando por debajo, subir y bajar por las rocas y tienes el pico mucho mas cerca que en la Atalaia. Es mi sitio preferido para hacer fotos.

El viento sur empuja el salitre que entra hasta el tuétano, ya voy cargando pilas, y el sol también ayuda.

Llegando al mediodía vuelvo hacia la Atalaia y me cruzo con Manesh Otegi, de Zarautz, y el fotógrafo Javi Muñoz Pacotwo. Charleta informal en el parking con Ibón Garmendia y Edu Bartolomé sobre las saltadas, tema muy calentito!

Pocos fotógrafos, las olas bien aunque no ha sido un día muy tubero y cañero.

Volveremos cinco horas cada mes, en primavera con el longboard. Feliz Navidad!

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un crucero en el puerto de VIgo


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Viajes de trabajo, turismo y fotografía

Siempre me ha causado malestar viajar de Madrid a Sevilla en AVE para una reunión de unas horas y volver corriendo (en taxi) al AVE para volver a Madrid … sin poder pasear ni 20 minutos por la ciudad.

Este año estamos impartiendo cursos de Revenue Management a hoteles en diferentes puntos de la península como Andorra, Jaca, Zaragoza, Pamplona, San Sebastián, Bilbao, Gijón, Santiago, Cáceres, Vigo, Madrid, Burgos, Salamanca y Sevilla.

A veces no tienes tiempo para hacer turismo y otras te fallan las fuerzas pero de vez en cuando se alinean los astros y puedes hacer alguna foto y descubrir algún trozo de ciudad o una experiencia interesante.

Aquí quiero compartir algunas de las fotos hechas durante estos viajes.

un crucero en el puerto de VIgo

Esta es la vista que teníamos desde el Hotel Bahía de Vigo mientras estabamos en el curso. Cuatro cruceros en tres días, una buena experiencia asi que cogimos un barco pequeño para cruzar la bahía.

Vista desde la terraza

La vista desde la terraza del Hotel Andorra Park era estupenda y estaba a cinco minutos a pie del centro de Andorra la Vella.

casa en AndorraSaliendo hacia Francia por el norte de Andorra.

curso de Revenue ManagementDurante el curso de Revenue Management en Andorra.

carnero y ovejaVolviendo de Andorra por el sur de Francia.

Bahía de la ConchaLa Bahía de La Concha, desde el Hotel Monte Igueldo, tiene una vista espectacular!

San Mames, Bilbao, de noche.Ya en casa, nos acercamos a hacer una foto nocturna del estadio de San Mamés.

Parque nacional de MonfragüeEl Salto del Gitano, en el Parque Nacional de Monfragüe, es un lugar donde las aves pasan a pocos meetros de ti.

la ciudad de CaceresNo conocía Cáceres y la sorpresa fue, literalmente, monumental. Qué preciosidad!

Curso en el Hotel Tres Reyes En el hotel Tres Reyes, en Pamplona, durante el curso con hoteleros navarros y guipuzcoanos.

Bailarina callejera en Madrid Mystic woman en Madrid, bailando bajo los chorros, en julio, al pie de las Cuatro Torres.

Haciendo surfA veces da tiempo a coger algunas olas de camino. Algo de tiempo para uno mismo.


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Querer es poder (aprende a surfear y competir) Libros de Surf #1

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La última vez que coincidí en el agua con Gallo fue en Zarautz, marea media, a la altura de la cruz roja y con metro y medio muy fuerte y con viento sur (off shore). Estaba fuerte y complicado pero abría a todas partes y cambiaba mucho el pico. Gallo todavía veía y estaba en su salsa!

La última vez estaba en la orilla de la playa con 5 alumnos de entre 12 y 15 años y entrenaba, uno a uno, en hacer la maniobra del re-entry de espaldas poniendo sus manos a dos altura diferentes para que la surfista golpeara con su pie trasero. Gallo ya no ve, lo intuye todo y estaba en su salsa!

Veo que Gallo nació en 1970, cuando yo tenía 12 años y empezaba a descubrir el surf, casualidades de la vida!

Le prometí leer su segundo libro, “Querer es poder”, y lo he hecho.

El primero, las olas contadas, escrito también por Sigue leyendo


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10 pistas para tu primer día de surf

Alex + constantin + sergio surf zarautz

 

Como todos los veranos hoy me ha tocado mi sesión de profesor de surf con alguno de mis 30 sobrinos. Hace una semana se fue Borja y hoy ha llegado, desde Moscú, Alex con el ruso Konstantin y el catalán Sergi.

Todos los años veo en la playa de Zarautz cientos de cursos de surf en la zona dónde estoy, a lo que sumo mis años de experiencia con lo que me he hecho una chuleta de lo que hay que hacer el primer día.

  1. Mira bien dónde te metes. Pregunta a los socorristas, mira dónde hay pocos surfistas y donde no hay corrientes. Si las olas son grandes o fuertes quédate en al orilla o, incluso, en un bar tomando un café. No se trata de sufrir … demasiado el primer día.
  2. Saber en que pie te atas el “invento”. El invento se ata en el pie que va detrás cuando vas de pie en la ola, así no te molesta. Túmbate en la arena, simula que remas y salta en pie como si fueras en la ola: así sabrás que pie colocas detrás.
  3. No jugar al tres en raya. Cuando caminas hacia dentro contra las olas lo peor es que una ola te pille con la tabla cruzada delante de ti: la ola golpea la tabla que te parte la cara. La tabla siempre a un lado o detrás.
  4. Mantén el equilibrio al remar. El equilibrio en el sentido de la trayectoria de remada. Hay que remar con el pecho/torso levantado (ya se que es incomodo, esto es el surf). Si vas muy atrás no podrás coger la ola, si vas muy adelante y la coges se clavará la punta.
  5. Mira tu trayectoria. Si ves que hay otros surfistas con los que vas a chocar, pasa de la ola hasta que este limpio el itinerario.
  6. No intentes ponerte de pie hasta que sientas que la ola te lleva. Si no te quedarás detrás. Cuando la ola te lleva se nota.
  7. Protege tu cabeza. Cuando te caigas protege tu cabeza con los dos brazos. Hasta que haya pasado el revolcón y subas a la superficie.
  8. Utiliza un acelerador. Un acelerador es un surfista que está a tu lado y te empuja para que cojas la ola. Lo que mas motiva es que la ola te lleve y te pongas de pie. Lo de sufrir por remontar contra las olas o intentando cogerlas es muy duro.
  9. Disfruta y grita. Cuando vayas de pie te puede salir del alma gritar, levantar los brazos o sonreir: haz lo que te pida el cuerpo, que para esos es tuyo.
  10. Apúntate a una escuela. No viene mal entrar con un monitor con experiencia para pasar los primeros malos tragos. Sergi decía que ha tragado un montón de agua.

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Jeff Koons, thank you, gracias!

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Jeff Koons me ha sorprendido doblemente, la primera porque es la primera vez que en un museo puedes ir fotografiando (sin flash) las obras, al menos en el Guggenheim. La segunda por su obra, en diferentes materiales.

Pasear por el Guggen haciendo fotos es inaudito y muy … extraño. Una gozada!

Os recomiendo que os deis un paseo, hasta finales de septiembre. Recomendables: los trenes plateados, la «medusa», el mercader con mochila, la zodiac, el cubo plateado, … y además sexo explicito con Cicciolina.

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